Morgue Clandestina

viernes, 12 de noviembre de 2010

MORGUELIA DREAMS






Estuve en Morelia elpasado 28 y 29 de octubre, se celebró el VII Congreso Internacional del Corrido y asistí con una breve ponencia sobre los corridos de migrantes, estuve muy poco tiempo en las mesas que se presentaron porque las mismas actividades pendientes de El COLEF me impidieron permanecer el tiempo que yo deseaba. En mi mesa estuvieron dos jóvenes de la UAM, Álvaro Ochoa como moderador, María Luisa de la Garza y María Herrera Sobek. Desde la licenciatura entré en conflicto con el trabajo de María Herrera porque sus estudios sobre el corrido me parecieron superficiales y además es partidaria de la tesis que afirma que el corrido deriva del romance español, en fin. Durante nuestras ponencias, el día 28 de octubre, María Herrera fingió no hablar bien el español, cuando lo habla perfectamente bien y hasta tiene un ligero tono achilangado, eso me causó el primer conflicto interno. El 29 de octubre fui a la clausura del evento por la tarde, no quise recoger mi constancia en público porque sinceramente eso de la farándula no ha sido lo mío, al poco rato bajaron del salón para presenciar el conjunto musical que tenían preparado para cerrar y un corridista que Álvaro Ochoa se encontró cerca del Museo del Estado, donde se presentó el evento. Estaba María Herrera a mi lado por circunstancias meramente situacionales, cuando se le acercó un señor del público general (ningún investigador), le preguntó si quería bailar, y ella prácticamente huyó, sólo hizo un sonido en negativo, como un gruñido o algo parecido y echó su cuerpo hacia atrás, dio un par de pasos intentando alejarse del hombre cuando sintió que se acercó. Yo acabé hablando con el hombre y hasta bailando, que no tenía mayor intención que comentar con alguien su apego a la música y al baile y hasta me contó algunas historias de migrantes. Luego de un rato, interrumpió otro acontecimiento. Me encontraba yo profundamente atenta a la plática del corridista que invitó el Dr. Alvaro, me hablaba de los corridos que componía y dónde los registraba, dónde tocaba, y pude establecer contacto con él para seguir en comunicación, estaba a punto de darle mis datos cuando M. Herrera llegó pidiéndole una foto con ella, él con la sencillez que lo caracterizaba accedió sin ningún problema, ella posó a sus anchas para la foto y entonces pensé: "esta mujer es de las vacas sagradas de las universidades de California y aquí no ha hablado con ninguna persona, se aleja de quienes se le acercan si no son investigadores y viene por una foto con la que llegará hablando de su experiencia con los corridistas mexicanos". Ahora me siento con una gran responsabilidad. Otro joven de la mesa hizo lo mismo, se tomó una foto con él y yo seguí preguntándome: "¿a qué venimos, a crearnos la imagen de investigadores, por qué lo hacemos? Ninguno de los dos había siquiera cruzado palabra con el hombre de los corridos y se daban el lujo de tomarse una foto con él para regresar envestidos de gloria a sus universidades... Yo le tomé un par a él porque así me lo pidió después de las anteriores que se tomó con Herrera y el otro joven, y me dijo: "de haber sabido que traías cámara te hubiera dicho que me grabaras, quería verme en video". Antes de que se presentara a cantar establecí contacto visual con él y sólo tuve que sonreir un poco, se acercó y comenzó a platicarme que se sentía nervioso y que probablemente se le olvidaría el corrido que iba a cantar, y efectivamente, se le olvidó una pequeña estrofa, pero no fue un problema mayor, continuó. Después de haber cantado fue que sucedió lo que narré antes. Luego me pidió que si podía le dejara al otro día las fotos con un bolero del parque de enfrente del museo, por supuesto lo hice. También me preguntó que qué hacía yo y luego de contestarle que estudiaba corridos de migrantes me dijo que me mandaría algunos que él ha compuesto, fue cuando me pidió mis datos y se los anoté en un papel después de la foto que se tomó con Herrera. La mayoría de los investigadores se dedicaron a conocer a los otros investigadores, que sin duda es importante, pero estoy casi segura de que ninguno supo quiénes fueron a escucharnos, quiénes estuvieron organizando el evento, quiénes trabajaron para que nosotros llegáramos a nuestro objetivo, quién era el policía de la entrada.

Durante mi estancia en Morelia estuve cerca de María Herrera-Sobek, hasta estaba hospedada en el mismo hotel que yo, pero no crucé más de dos palabras con ella, me dediqué a observarla.

Deseaba comunicar esta anécdota ya que últimamente me ha dado por registrar lo más posible de lo que experimento por estas tierras, lo he comentado con el antropólogo Miguel Olmos y me ha ayudado a interpretar dicha situación contextualizándola en el ámbito de los estudios chicanos y lo que representan, me dice que la actitud de Herrera es producto del mercado que EU maneja en cuanto a la investigación y al "no lugar" que ocupan los estudios de lo mexicano en EU, entre otras cosas. También agradezco profundamente a mi guía de cabecera Catherine Héau por sus enseñanzas y por darme las bases para comprender y explicar lo que me rodea.


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