Morgue Clandestina

sábado, 27 de noviembre de 2010

Entre dos tierras


No es necesario estar en la frontera política para encontrarse entre dos tierras, entre dos mundos o entre dos realidades

Te puedes vender, cualquier oferta es buena si quieres poder
Qué fácil es abrir tanto la boca para opinar
Y si te piensas echar atrás tienes muchas huellas que borrar
Déjame, que yo no tengo la culpa de verte caer, si yo no tengo la culpa de verte caer
Pierdes la fe, cualquier esperanza en vana y no sé qué creer, pero olvídame que nadie te ha llamado y ya estás otra vez...
Entre dos tierras estás y no dejas aire qué respirar...
(Enrique Bunbury. Héroes del Silencio, 1993)


Hoy solamente quisiera hablarles sobre algo que viví gracias al "accidente", el choque automovilístico que había soñado y que se realizó, como otros tantos que he tenido anteriormente, pero ese no es el punto, ya casi aprendo a vivir con mi anormalidad. Después de enfrentarme una vez más a la ineficiencia burocrática de El COLEF, no puedo evitar preguntarme si así de efectivos son sus estudios para transformar algo en la realidad... me gustaría mucho saber si sólo estudian a sus objetos o si realmente les importan un poco, me gustaría que me mostraran en dónde están los cambios que una institución puede lograr en el mundo real, saben, hoy mi roomie Oscar y yo recorrimos "accidentalmente" la línea internacional después de arreglar los trámites del seguro del auto en el corralón de la Delegación Norte de Tijuana, después de mucho caminar sin rumbo y observar, al pasar por las calles subsecuentes a "la revu", nos detuvimos en una de las taquerías de La Michoacana que cada día monopoliza más la frontera, un deportado nos pidió una moneda para comprarse algo de comer, le dimos $10 pesos, agradeció y enseguida tomó apresuradamente las sobras de comida que estaban en una mesa afuera de la taquería, esa escena me hizo sentir poco menos que una arpía carroñera, ¿qué significa estudiar a los migrantes?, ¿qué significa hacer una tesis para El COLEF?, ¿qué va a cambiar con que yo hable sobre lo que veo y me paguen por eso? bueno, si es que me pagan, pero en todo caso, recibiré dinero por estudiar seres humanos a quienes el Estado no les cumple sus garantías individuales y, ¿saben qué es lo más irónico? que yo llegué a El COLEF casi totalmente gracias al salario mínimo de mi madre, empleada de una empresa de servicios en el DF, mejor conocida como Autobuses De Oriente (ADO) desde hace más de 25 años, trabajo que no ha dejado para que yo continúe estudiando... salario que me ayudó a llegar en carro a Tijuana, salario que me ayudó a salir del choque de la noche del viernes porque ella paga el seguro del carro, salario que cubre mis gastos mientras yo espero que El COLEF y CONACyT me paguen por estudiar a esas personas que no tienen qué comer, dónde dormir, ni empleo y mucho menos un seguro de vida...

No dejen que las instituciones extingan su sensibilidad, ni que el poder distorsione su visibilidad.

Cuando veo a través del vaso,
Veo a través del tiempo;
Donde los sentidos se dislocan,
Donde los temores se evaporan.

Y aprovecho para desdoblarme,
Para salir del vaso;
Con las paredes sudo tu rastro,
Con la memoria busco tu rostro.

Y no sé por qué.
No me importa saber por qué.

No dejes que
Nos coma el diablo, amor,
Que se trague tu calor,
Que eructe mi dolor.

Cuando veo a través del humo,
Me voy volando y tú eres mi guía;
Entre los mundos nos haremos viejos,
Donde algún ida estaremos tranquilos.

No dejes que
Nos coma el diablo, amor,
Que se trague tu calor,
Que eructe mi dolor.

(Saúl Hernández, Caifanes, 1992)

MORGUE


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