Morgue Clandestina

martes, 18 de enero de 2011

Tic tac, tic tac



Tic tac, tic tac
Andando
La máquina come cerebros nos está esperando
Tic tac, tic tac
Una dosis de disciplina va a suministrarnos
Tic tac, tic tac
Vamos a fingir que no sentimos
Tic tac, tic tac
Primero un brazo, luego el otro
Tic tac, tic tac
Luego un pie y después el otro
Tic tac, tic tac
Nos tiene en sus entrañas
Tic tac, tic tac
Se oyen sus crujidos
Tic tac, tic tac
Exhala el humo de tus ideas trituradas
Tic tac, tic tac
Vamos
Debe lavarte el corazón
Tic tac, tic tac
Y sacarle brillo a la razón
Tic tac, tic tac
Sigamos
Debe pulir su dentadura
Tic tac, tic tac
Te sacará todas las vísceras
Tic tac, tic tac
Y te rellenará como un costal
Tic tac, tic tac
Cantemos antes de llegar
Tic tac, tic tac
Dancemos antes de olvidar
Tic tac, tic tac
Sacrifiquemos nuestro espíritu otra vez
Tic tac, tic tac
Hasta que el dios del vacío quede satisfecho
Tic tac, tic tac
No podemos congelar el tiempo
Tic tac, tic tac
No podemos detener el silencio
Tic tac, tic tac
Vamos a quedarnos juntos
Tic tac, tic tac
Comienza la danza del poder
Tic tac, tic tac
¿Con qué se quita la esquizofrenia?
Tic tac, tic tac
Con este conjuro del viento
Tic tac, tic tac
Volaremos lejos sin caer
Tic tac, tic tac
Puedo sentir que la hora va a llegar
Tic tac, tic tac
Podremos volver a ver la luz
Tic tac, tic tac
Buenos días, mentes del mañana


lunes, 3 de enero de 2011

Negociando con el poder


03.01.11



Todavía unas horas antes de tomar el vuelo a la Ciudad de México Eme recorrió la Vía Rápida Poniente, desde Playas hasta Otay y de regreso. Pudo ver, mientras conducía sobre la garita de San Isidro y la orilla del muro, cómo seguían atravesando migrantes, en plena mañana del 25 de diciembre, cómo el frío y la neblina los cobijaban y les dibujaban navidades diferentes de las nuestras, de las de otros. Los pálidos rayos del sol apenas comenzaban a iluminar la frontera. Eme seguía pensando en aquél día en que dieron, sin querer (o por instinto), con la línea fronteriza. La frontera ética, la frontera entre el discurso y la realidad. Ese día no se ha ido ni se irá.



No pudo detenerse. Siguió negociando consigo misma, con su labor en esa sociedad para calmar su frustración y endenter su trabajo.



Al llegar a la ciudad Eme se dio cuenta de que observaba puentes y túneles. Tuvo una regresión: desde niña dibujaba raíces profundas en los árboles y ramas exageradas, árboles con troncos enormes, como el tule. Abundantes ramas, la mayoría secas o con algo ajeno a las hojas, podían ser nombres, palabras, estrellas, mariposas o cualquier otra cosa no ordinaria para un árbol o para lo que otros encuentran en un árbol. Como veía las ramas, veía las raíces. No podían existir las ramas sin las raíces. Entre más profundas y complejas fueran las raíces, más eran las ramas y el tronco se expandia aún más. Así entendía la historia.



Después de un primer periodo de sometimiento ininterrumpido buscó y caminó por largos puentes y profundos túneles, debajo y sobre la tierra que visitaba.


Fotografió, documentó lo que su ser percibía tras cuatro meses intensivos inmersos en una institución educativa. Túneles, puentes y algunas fosas. La infraestructura de comunicaciones y transportes de toda la ciudad: subterránea, terrestre, aérea e invisible le habla de un Mundo.



Entendió la realidad de forma diferente. Poco a poco se apropió del pensamiento levistraussiano y foucaultiano. Quería entender el poder y el discurso.



Fué a Tijuana en busca de lo que se ocultaba tras el discurso del poder y lo encontró al primer paso que dió. Desde lo que no vió en ese portal de internet del colegio, desde que olvidó que leía una fuente oficial y que se enfrentaba a lo que no se dice, desde que su sentido de historiadora olvidó que los discursos guardan mitos y creencias y que ahí se llamaban ciencia.



Encontró algo más que el discurso del poder en la Música: el de la institución.



Su experiencia personal queda plasmada en su trabajo. Lo que ve y lo que no ve está ahí. Lo que intuye y lo que no alcanza a explicar, también. Empieza a entender cómo funciona ese juego social de discursos y poder. Solamente puedo decir -en su defensa- que existía una historia en la cual creía, pero que, en cambio, encontró otra que es real, que halló en el fondo y que ahora Eme mantiene un pie en el interior y otro en el exterior de la institución. Que es la única dimensión que ha encontrado para sobrevivir. Con una mano en el fondo del océano y otra estirada hasta la superficie. Con la mitad de su cuerpo flotando y la mitad hundida. Con un pie clavado en el corazón del desierto y otro en las espinas de los cactus. Eme viaja de los puentes y túneles subterráneos a los más elevados.



La etnopsiquiatría la llevó a entender las sociedades locas y las politólogas le enseñaron un nuevo concepto sobre lo “político”. Pasó de la concepción de “hipócrita” a la de “negociador”.



Como experiencia, vivió un efecto de lo que un discurso de una historiadora puede provocar en una institución. Comprendió al discurso y a la institución como parte de y no ajena a la misma realidad.

También aprendió de los resultados de la creación de mártires en los discursos, tanto en la institución como en el mártir, e inclusive en el héroe. El experimento resultó, después de todo, exitoso. Fue un hallazgo para Eme. Para la Memoria: enseñanza. El poder de las palabras y de las palabras escritas es incalculable. Esa responsabilidad la ha transformado.




A esas Emes



MC



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