Morgue Clandestina

lunes, 18 de octubre de 2010

This is my Tijuana Dream


De la ENAH a El COLEF hay un largo camino, un extenso desierto, un camino espinoso. Hay, antes de todo, una frontera: partir o no partir, he ahí el dilema. No quedan muchas opciones cuando una no satisface sus necesidades en el lugar de origen. Hay que salir a buscarlas en la tierra prometida. Rumbo al norte. En la ENAH no había tecnología en ninguna parte, todo era tradicional. En el COLEF todo es tecnología: la primera vez que visité El COLEF habían tres edificios, mis referentes de habitante de la ENAH me hacían conectarlos espacialmente. La diferencia era que en la ENAH yo tenía a la pirámide de Cuicuilco a un lado, atrás la Plaza Inbursa de Carlos Slim, en frente la sala Ollin Yolistli, al fondo el pueblo de Tlalpan y en el otro frente el Periférico. El COLEF estaba en medio de la nada, aparentemente, sobre la carretera panorámica, con vista al desierto y al océano. Ambos espectáculos singuales. Después vino la catarsis. Salir de la ENAH fue enfrentar la primera realidad: el mercado de trabajo de una historiadora sn título. El campo del Periodismo y la Comunicación me abrió paso al Radio, la TV y la Internet, algo que no conocí en la ENAH y que sería mi pase de entrada a El COLEF. Gracias al gremio de la tecnología inicié interconexiones neuronales más complejas. Al fin de esa etapa ingresaría a un corto periodo de preparación: la radio libre por internet, donde los inciadores no eran periodistas ni comunicdores, sino historiadores y antropólogos. Las contradicciones de la historia son infinitas. Al poco tiempo estuve lista para dar el gran paso. Tijuana me recibió. Mi camino estuvo lleno de experiencias. Tijuana se encargó de darme la bienvenida. Tijuana me condenó, Tijuana me salvó. Hoy leemos documentos electrónicos, escaneados y enviados a nuestro correo electrónico. La asistente de la maestría nos envía el material de cada profesor con el programa del curso. Algunas veces son los propios profesores quienes nos circulan un CD con los textos escaneados. No leemos nada impreso, todo es electrónico. Tenemos estacionamiento, cafetería, comedor, estancias, cubículos, bilbioteca, salas, aulas, auditorios equipados con pantallas gigantes, proyectores, internet inalámbrico. Todos usamos laptops, a veces recibimos clases por videoconferencia mediante el uso de Webex, existe transporte del Colegio a los principales puntos de convergencia de la comunidad de estudiantes y trabajadores. En la ENAH hubo un intento de transporte llamado ENAHBUS, costaba $2.00 de la escuela al metro Ciudad Universitaria, sólo salía a las 8:00pm y 9:00pm, según recuerdo. En la ENAH teníamos espacios como La Marimba y El Lagartijero. Espacios de libertad, donde todo era legal o si no legítimo. El COLEF no conoce eso, irónicamente. No anhelo el pasado, no idolatro el presente, sólo es mi memoria tratando de convencerse de que sólo son cosas diferentes, no mejores ni peores.






¿Alguna vez les he dicho que desde niña veía al mundo como un teatro? para mí hasta lo que me sucede parece una puesta en escena ante mis ojos. Los humanos son actores de una obra que construyen cada día. Cambian de guión, cambian de personaje. Soy esencialmente una espectadora, incluso si actúo puedo observar mi escena. No sé si sea una capacidad que desarrollé para evitar el dolor que me causaba la vida. No quiero decir que sea insensible, sino al contrario, mi hipersensibilidad me crea la necesidad de sobrevivir. Siempre he visto al mundo detrás de un parabrisas. De otra manera no lo soportaría.





THIS IS MY TIJUANA DREAM





Tijuana es como un retén




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