Morgue Clandestina

lunes, 21 de diciembre de 2009

No huyo, sigo buscando

Huele a neblina el camino a los cerros purhépechas. Atlacomulco Salida. Es tan necesario el orden como el caos. Prepare su cuota. Me equivoqué, la neblina aún no termina, un peatón en sentido contrario. Maneje con precaución. El viaje simbólico a mi interior me lleva por varios caminos. Lágrimas, el lenguaje mudo de tu pena, lágrimas. Alcanzo a ver campos de maíz cubiertos por la helada del tiempo. No me digas que te vas. El vacío se esfuma por el retrovisor, quedan palabras sueltas en el papel y mis pensamientos se van aclarando. Si toma no maneje. Los rayos del sol comienzan a peinar las nubes, las estelas de los aeroplanos son cometas matutinos, pastizales amarillos muestran retoños lentamente, se ilumina este cementerio, el oleaje ligero de las presas me trae recuerdos y calma, con la esperanza de un sueño en el asiento trasero. Qué daño puedo hacerte con quererte. Dejo rebasar. Guadalajara Morelia Vía corta. Volante a la izquierda, acelero. Zihuatanejo 747. Me pierdo, retomo el camino. Bienvenidos $33.00. La tierra se abre, se desgaja, deja grietas de agua, casas, gente, humo. Río Lerma. Ese cerro liso es un monumento al olvido, quisiera abrazarme a su memoria, quisiera ser como él a 900 pies de altura, me acerco a la tierra de mis ancestros, el campo seco revivirá. Yo no voy a detenerte, esa es tu decisión. Pueblos viejos bajo la carretera que me ofrecen sabiduría. Mañana partiré, no sé cuándo, pero lloraré. Tengo sueño, el café es un somnífero que me advierte sobre mi destino...

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