Morgue Clandestina

miércoles, 2 de diciembre de 2009

EL OMBLIGO DEL MUNDO: Welcome to Mexico City

La Ciudad de México a partir de 1921, al término de la Revolución, fue transformada administrativamente en un gran pulpo mecánico con la consigna de urbanizar el espacio rural.
La infraestructura de la proletarización: capital, comercio, educación universitaria, medios de comunicación, servía para lograr la concentración del poder del nuevo régimen priísta.

Para lograr un dominio más efectivo de su política, estos líderes institucionales empezaron a buscar los símbolos que facilitaran el proceso de vinculación, primero metropolitana, después nacional.

El primer paso fue el cambio físico del espacio: obras públicas con el nombre de cada presidente al mando. Los pobladores de las provincias que emigraban a la ciudad se mantenían en aumento, haciendo crecer el proceso de urbanización.


La crisis de la agricultura de subsistencia de la región Centro-Bajío formó un corredor migratorio hacia la metrópolis. Los indígenas en la ciudad continuaba en contacto con sus prácticas laborales y tradicionales.


Esta identidad étnica se desvanecía en la urbe industrial; sin embargo, su presencia en las vecindades, barrios y arrabales fue el medio de apropiación del territorio.


Así se dio paso a la formación de una cultura urbana popular con base en tradiciones campesinas: los suplementos periodísticos, el cine, el teatro, los salones de baile, los cabaretes, el boxeo, la lucha compartían personajes que representaban a la injusticia social, entre dos planos, el de la élite política y el del trabajador explotado segregado institucionalmente.


La etapa del honor de ser pobre mutó en una serie de contradicciones sociales. Los medios de comunicación debían captar los elementos de la clase trabajadora que le permitiría al PRI manipularla y desarrollar los valores evangelizadores patrióticos; la historia oficial de la nación se llenó de héroes de bronce, pero los mexicanos idealizados no satisfacían las necesidades del imaginario colectivo, la realidad material del obrero enfatizó su presencia a través de un antiguo sistema de comunicación: la música.



Bibliografía:

Bertaccini, Tiziana. Ficción y realidad del héroe popular, CONACULTA-UIA, México, 2001. (Imágenes de México) pp 15-31.

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