Sus sueños son como todos los sueños, puras cosas imaginarias, se pasa las tardes tirada en la azotea soñando con las cosas diferentes que hay más allá de esas bardas, de esas personas, de ese paisaje urbano. Y casi siempre sueña con algo más que ser libre: ver que los demás también lo sean, intensamente, hasta dejar atrás el miedo, aquel miedo con el cual no pueden dejar de perseguir más que su propia cola. Ese lugar donde se acorrala el ego, se infla, se atasca, sobreproduce mierda, donde los cerdos no dejan de tragar moscas. Uno sigue al otro y vuelven al mismo punto sin darse cuenta, aunque los bañen con agua fría. No abandonan el chiquero del reino de las apariencias, donde fingen que su felicidad se basa en frivolidades, donde todo es ordinario, porque la mayoría desperdicia su capacidad e inteligencia, es natural conformarse, no esforzarse. Creo que Darwin la llamó Selección Natural de las Especies, ¿o era capacidad de adaptación?:
Juan Rulfo-Morgue Clandestina
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